María Romà “Nuestras piezas de vidrio reciclado cobran especial valor por no ser producto de la fabricación en serie”

La economía circular puede llegar a ser muy bonita. Tan bonita como un jarrón, un vaso o un centro de mesa. En eso se basa el proyecto de La Vidrioteca, que ha puesto en marcha María Romà: coger una materia prima que otros consideran un deshecho, y convertirla en objetos de decoración para el hogar. Este proyecto recupera botellas de vidrio para darles una segunda vida, y así contribuir a la sostenibilidad y al impulso de un consumo más personalizado y responsable. Porque elegancia y reciclaje no están reñidos.

La Vidrioteca forma parte del Programa de Mentorización Empresarial en municipios rurales de la provincia de Valencia, que impulsa el CEEI y que está financiado por el Área de Desarrollo Rural y Políticas contra la Despoblación de la Diputación de Valencia.

El programa ofrece un servicio de acompañamiento y mentorización a emprendedores que tienen una idea revolucionaria de negocio y quieren convertirla en un proyecto empresarial. También pueden beneficiarse de este programa las empresas de reciente creación que quieran consolidar su actividad en los territorios rurales de la provincia de Valencia.

"La artesanía nos enseña a consumir de otra manera, más lenta, más comprometida"

El CEEI conversa con María Romà para conocer más de cerca su proyecto.

La Vidrioteca es un proyecto que une la sostenibilidad con el diseño, ¿tenéis una estimación de cuántos kilos de vidrio habéis recuperado?

A día de hoy, estamos ya entorno a los 200 kilos de vidrio revalorizado. Con esto nos referimos al peso real de los productos fabricados a partir de botellas recuperadas. Lo tenemos perfectamente contabilizado porque para nosotros es muy importante este aspecto. De hecho, es la base de nuestro propósito.

¿Qué beneficio tienen los procesos de fabricación artesanal frente al modelo del consumo rápido?

Los beneficios principales se generan a nivel social y medioambiental. En un proceso artesanal consciente, el trabajo se realiza bajo condiciones éticas de respeto de los derechos de los trabajadores, lo que incluye toda la cadena de producción.

Las series pequeñas, pedidos bajo demanda, o piezas únicas cobran especial valor por no ser resultado de una fabricación en serie, impersonal ni basada únicamente en el consumo desmesurado. La artesanía nos enseña a consumir de otra manera, más lenta, más comprometida.

Creo que eso nos enseña también a apreciar más lo que compramos y a disfrutarlo mucho más intensamente. Para nosotros no tiene sentido consumir de otra manera, por eso elegimos este modelo de negocio y de fabricación.

¿Hay una mayor sensibilización hacia el producto reciclado y ético, tiene hueco en el mercado?

Quiero pensar que sí. Es un hecho que cada vez somos más los que vemos esta necesidad de cambio hacia un consumo más responsable. Aun así, sigue siendo muy difícil posicionarse y competir en el mercado con los gigantes de siempre. Falta todavía mucha consciencia social en torno a estos temas para que el consumidor sepa valorar la realidad que hay detrás de cada producto antes de decidir si comprarlo o no.

Creo que queda trabajo de concienciación por delante, ¡pero en ello estamos! Afortunadamente nosotros vemos en nuestra comunidad de “vidriotequeros” que somos muchos más de los que parece, los que buscamos nuevos modelos y apoyamos la economía circular y ética, y poco a poco vamos creciendo y aportando juntos.

La Vidrioteca recupera botellas de vidrio para darles una segunda vida, y así contribuir a la sostenibilidad 

¿Cómo puede vuestro proyecto impulsar el mundo rural? ¿Qué impacto puede tener en las comunidades locales?

Además de estar instalados en un pequeño pueblo rural (Serra) y formar parte de la actividad económica local, en nuestro propósito existe un componente directamente dedicado a aportar valor al territorio. Lo hacemos mediante acciones de sensibilización social con temas de sostenibilidad y consumo responsable principalmente. Hemos empezado con charlas en colegios y exposiciones artísticas, y tenemos muchas más ideas que sin duda iremos desarrollando conforme el proyecto evolucione.

¿Cómo surgió la idea de poner en marcha La Vidrioteca?

Sabíamos que queríamos emprender, pero tardamos bastante en encontrar la idea concreta que nos permitiera desarrollar todo nuestro potencial. Buscábamos un concepto que se alineara con nuestros valores y con la que poder aportar impacto positivo. Cuando dimos con la idea de de revalorizar una materia prima considerada un residuo y poder reintroducirla en el ciclo en forma de objeto útil, creativo y original supimos que era el camino a seguir.

¿Cuál ha sido el reto más importante que habéis enfrentado?

La Vidrioteca ha sido globalmente un gran reto que ha durado casi un año, desde la fase de idea del proyecto hasta hoy, con todo ya recién lanzado y en marcha. Pero si nos tenemos que quedar con un punto clave, ese es el cambio de país justo a mitad de proceso.

Cuando tuvimos la idea de emprender, David y yo llevábamos 10 años viviendo en Francia, y allí han nacido nuestras dos hijas. El trasladarnos a España, buscar zona, casa, taller, y gestionar el cambio de vida global, combinado con seguir adelante desarrollando La Vidrioteca, fue un auténtico reto en sí mismo.

¿Qué te ha aportado el programa de mentoring rural? ¿Cuáles son las áreas en las que has recibido más apoyo?

En este momento estoy realizando el segundo acompañamiento. El primero nos ayudó mucho en el desarrollo del plan de negocio y el análisis de la viabilidad a nivel financiero, sobre todo.

Ahora que el proyecto ya está recién lanzado, mi mentora Dafne me está ayudando a optimizar varios aspectos relacionados con el área de marketing y comunicación y estoy encantada, al igual que en la ocasión anterior, con todo lo que me está aportando.

 

Empresa participante en el Programa Mentoring Rural o EmprendeAventura, desarrollados por CEEI Valencia y financiado por la Diputación de Valencia dentro de su política de apoyo al territorio rural y de lucha contra la despoblación.