4 pasos para gestionar tu enfado con inteligencia
Publicado el viernes, 09 de diciembre de 2016 a las 11:00
Para gestionar inteligentemente cualquier emoción, el enfado en este caso, el primer paso es asumir que soy yo el que me enfado.
Es decir, no me enfadan otras personas, ni las cosas, ni las situaciones. Me enfado yo al realizar una evaluación automática de lo que sucede.
El enfado, en concreto, se produce cuando no conseguimos alcanzar un objetivo deseado o no se produce una expectativa que teníamos.
En ese caso nos frustramos y, acto seguido, nos enfadamos y dirigimos nuestra rabia hacia lo que, o a quien, consideramos que ha sido el causante.
Pero el problema no es la emoción en sí, cuya intención es positiva porque envía información sobre tus necesidades y cómo vives las situaciones.
Se convierte en problema cuando la activación emocional es demasiado alta, de tal forma que puede resultar inmanejable.
A mayor intensidad emocional menor capacidad de razonamiento y más posibilidades de reaccionar impulsivamente.
También es un problema la duración. A mayor duración menos posibilidades de responder inteligentemente, ya que se suele producir una reiteración de pensamientos improductivos focalizados en lo acontecido.
La intensidad emocional se puede gestionar de dos formas pacíficas. A corto plazo, ralentizando de forma consciente nuestra respiración, realizando el ciclo inspirar-espirar de forma más pausada, profunda y armoniosa.
Lo podemos hacer sentados, de pie o dando un paseo, dependiendo de lo que mejor te funcione.
A medio y largo plazo, practicando mindfulness o atención plena, a diario. Ello nos hará más conscientes de por qué y para qué se produce nuestro enfado, proporcionándonos mayor espacio y claridad para responder en lugar de reaccionar.
Lo que ocurre habitualmente es que...
"Desde que salió el orfidal muy poca gente usa la respiración normal"
Porque es más fácil "tirar de píldora" que desarrollar la habilidad de gestionar emociones.
Pero esto no soluciona el problema de base sino que "anestesia la emoción" y, además, tiene efectos secundarios poco beneficiosos para la salud.
Respecto a la duración de la emoción, podemos gestionarla dirigiendo nuestra atención al objetivo real que queremos conseguir, buscando una solución.
Lo que ocurre es que nos solemos focalizar en lo que percibimos como obstáculo.
Si es un objeto lo podemos golpear o incluso lanzar.
Si es una persona solemos gritar, insultar, recriminar, despreciar, desacreditar y, en general, herir de una u otra forma.
Estamos reaccionando a nuestro enfado, no gestionándolo. Y mucho menos respondiendo inteligentemente.
Con la posibilidad añadida de entrar en un bucle de ataques recíprocos que pueden tener consecuencias desfavorables para ambos.
De esta forma, el siguiente paso es preguntarme por el "para qué" de mi comunicación. ¿Qué es lo que quiero conseguir?
Si lo que quiero conseguir es mi objetivo, necesidad o expectativa, será muy poco inteligente dedicar tiempo y energía en atacar la cosa o persona.
Será muchísimo más productivo focalizarme en lo que quiero y plantearme soluciones alternativas, incluso tratando que la otra persona me ayude una vez le explique, sosegadamente, lo que necesito.
Y si ya quiero rizar el rizo y aprovechar mi enfado para conocerme un poco mejor, puedo indagar en qué filtro mental puede estar activando mi enfado.
Ello me dará pistas sobre posibles creencias irracionales, mapas mentales poco útiles o errores cognitivos que quizá necesiten un ajuste más realista y saludable.
Por último es importante que no hagamos juicios de valor ni lancemos opiniones sobre la otra persona, hablando solo de los hechos acaecidos y de cómo nos sentimos. Para ello es necesario hablar de la emoción y no desde la emoción (que es lo que solemos hacer).
Trabajar eficazmente en estos ajustes cognitivos me producirá bienestar personal y una mejor relación con mi entorno próximo. Es lo que llamamos, en líneas generales, inteligencia emocional.
Resumiendo, los 4 pasos que propongo para gestionar mi enfado de manera inteligente, son:
- Aceptar que no me enfadan los demás, que me enfado yo.
- Regular mi intensidad emocional, si es muy alta, antes de responder.
- Preguntarme qué quiero conseguir con mi respuesta y buscar soluciones prácticas, no hirientes.
- Hablar de la emoción, no desde la emoción.
Imagínate qué potente y útil puede resultar esta habilidad aplicada al mundo laboral.
¿Cuántas frustraciones se producen en el día a día de un emprendedor, directivo o profesional?
Si desarrollas esta habilidad conseguirás mejorar tus resultados y tu bienestar, pudiendo desconectar por la noche y dormir plácidamente hasta el día siguiente. Ello te permitirá volver a estar al 100% en la nueva jornada.
Esto lo trabajamos en la jornada CEEI "cómo optimizar tu reclamación de cobros con resultados saludables", como una competencia de capital importancia en el ámbito laboral y, especialmente, en la reclamación de cobros.
Si quieres saber más sobre esta competencia de la inteligencia emocional, te recomiendo leer "La Palanca del Éxito, S.L.: activa tu inteligencia emocional y relánzate".
¿Y tú, respondes o reaccionas a tus enfados?
*Post inspirado y ampliado desde el blog "La Palanca del Éxito"